El Rayo Misterioso: treinta años de lucha y coherencia
Hay países que se caracterizan por no ayudar a los grupos, ni teatrales, ni musicales, ni de ninguna de las ramas del arte. Uno de ellos es Argentina. Cuando un equipo de artistas tiene éxito o trascendencia busca sigilosamente que se separen, por eso les ofrecen por separado contratos, forma muy actual de “tentarlos”. Pero en este caso la fuerza de Aldo El Jatib hizo que el Rayo que él imaginó en 1994 tuviera la intensidad de alguno de Zeus y no se doblegara. Él estudió en Buenos Aires, pero las luces de la porteña ciudad no lo obnubilaron y siempre tuvo muy en claro que sólo en su Rosario natal podría concretar ese proyecto.
De manera sencilla fue dando clases, reuniendo y preparando a sus actores y tuvo desde un comienzo muy en claro que sólo la independencia económica le brindaría la estética. Por eso buscó el camino de la enseñanza primero y luego la gastronomía, otra arte tan efímera como la teatral para mantener el proyecto. En simultáneo llegó la difusión como la tercera pata de esta estable mesa artística.
Sería muy difícil hoy imaginar a “El Rayo Misterioso” sin su teatro, ámbito que ellos mismos construyeron, aprendiendo otros oficios para poder hacerlo. Y es en ese hogar donde trabajan, ensayan, crean, entrenan y abren las puertas para que se realicen sus festivales. Ejemplos de camaradería y reflexión. Las charlas, los debates son abiertos y toda aquella persona inquieta puede participar. Luego de ver una función el público es testigo de un desmontaje del espectáculo que durante muchos años organizó el crítico teatral, periodista e investigador Julio Cejas (1953-2024). Con amabilidad surgían preguntas y dudas sobre lo visto y las respuestas de los artistas entregaban luz a lo no descubierto. Estos festivales siempre mantuvieron dos ejes: un invitado especial y espectáculos de otros creadores.
Este grupo es muy consciente del significado del verbo estudiar, es por eso que siempre invita a personalidades que entregan sus conocimientos de manera generosa.
El primer espectáculo con el que inicia el camino Aldo El Jatib fue Litófagas, en 1985, en Buenos Aires, con el Grupo TAIET. Creación que mucho después reestrena en Rosario ya al frente de “El Rayo Misterioso” en el 2005. Es Cirujas (1995) la propuesta que va gestando un estilo. Por esa misma línea seguirán: MUZ (1997), RAM (2000), ambas con mínimas palabras, quedando lo textual en un segundo plano para darle prioridad a las imágenes y sensaciones que crea a partir de la luz, la música y los cuerpos deslizándose en el espacio. Con Macchina Napoli (2002) irrumpe un tema que será una constante obsesión: la guerra y también la ficción dentro de otra ficción. Seguirá con La consagración de las furias (2004). Mientras que con Hamlet. La Ratonera (2005) inicia un nuevo ciclo, el de los clásicos, su mirada sobre Shakespeare será la iniciadora para luego focalizarse hacia el mundo griego, con sus mitos, así: Dionisos AUT (2009) y Shock Ilión (2012). La Argentina con sus conflictos y su historia se entrecruza con la de Aldo El Jatib y de esa red nace: El Fabuloso Mundo de la Tía Betty (2015). Más cercanos en el tiempo son: La orden del Dragón (2019) y La corte de los Milagros (2021). La estética fue creciendo y perfeccionándose conjuntamente con la necesidad de exponer una ideología. En un mundo incoherente “El Rayo Misterioso” levanta la bandera de la coherencia estética e ideológica. Consiguieron ser fieles a ellos mismos. Muy pocos pueden levantar esa misma premisa.
Ana Seoane
Periodista Diario “Perfil”
Buenos Aires, Junio de 2024