"El Rayo Misterioso o la poética del dolor" por Miguel Passarini

El Rayo Misterioso o la poética del dolor

Hay una estética del dolor, una forma y un mensaje sobre eso que atormenta y aterra, sobre las contradicciones que instala el poder en todas su formas, sobre lo irracional del mundo contemporáneo y sus desigualdades, y sobre lo vidrioso de los dogmas familiares como una gran matriz gestacional de todo lo que vendrá, que desde hace treinta años reproduce desde una poética singularísima, vinculada al teatro antropológico, El Rayo Misterioso, destacado colectivo teatral rosarino de proyección internacional, comandado por el talentoso dramaturgo, director y maestro de teatro rosarino Aldo El-Jatib.

Son entre otras cosas un puñado de obras que desde “Cirujas” y “MUZ” hasta el presente, con “BuenosDíasSeñoritaLelia”, que El Rayo, en su circularidad, no ha parado de cuestionar, de poner en discusión una serie de hipótesis que señalan a repetición, como un gran absurdo que nunca se detiene, que el mundo, que la humanidad toda, ha fracasado.  

De aquella puerta mágica e inconmensurable que se abría a un mundo donde la mesa familiar era la última cena y donde las pequeñas guerras eran la génesis de las grandes guerras de la humanidad que azoraban en “MUZ”, hasta contar cómo los niños se convierten en monstruos en una relectura de “La clase muerta” del siglo XXI con “BuenosDíasSeñoritaLelia”, El Rayo ha sabido transitar con potencia poética y claridad política tres décadas de los cuarenta años de democracia, no casualmente para recordar (nos) que las sombras más tenebrosas de las que algunos pudieron escapar, siguen allí, agazapadas e inquietas, porque eso oscuro que ahora se ve un poco más en primer plano estuvo siempre.

Con su último trabajo, sucesor de “La orden del dragón” (2019) y “La corte de los milagros” (2021), pero al mismo tiempo, de una larga lista de materiales que entre sí entablan en todos estos años una serie de diálogos o puentes tanto estéticos como ideológicos respecto de temáticas como el origen de la violencia, la domesticación familiar y religiosa, las guerras y la muerte; El Rayo Misterioso, siempre desde una lógica que transita con conocimiento y comodidad, entre más, una forma propia de entender el surrealismo y el absurdo, recorrió treinta años de producción escénica dejando en claro algunas cosas.

Sobre todo, que la crisis de la Argentina no es económica, sino que es cultural. Y quizás no sólo la de Argentina sino la del mundo entero. Esa afirmación sobrevuela por estos días el imaginario de un pueblo que, azorado (al menos en un cierto sector), ve como la ultraderecha avanza a pasos agigantados, algo que El-Jatib anticipó que pasaría desde la hora cero.

Por eso, en cada uno de sus viajes con rumbo a las tinieblas, sin ninguna luz al final del túnel, el teatro de El Rayo, como lo hizo siempre, tiene algunas respuestas para dar, incluso mucho antes de que se formulen las preguntas y aparezca, una vez más, el espanto.  

Toda mi admiración y cariño por estos treinta años de un grupo que viajó por el mundo, que abrió salas, que abrió puertas, que sumó gente, que generó encuentros como el emblemático Experimenta, que allí juntó a los críticos y pensadores de las escénicas a discutir y a pensar nuestra tarea. Los aplaudo de pie, con la furia de una ráfaga de viento que nos eleve a todos de una buena vez, como hicieron ustedes en todos estos años con la vara del teatro rosarino.

 

Miguel Passarini
Crítico teatral Diario “El Ciudadano”
Rosario, Junio 2024