"El Rayo que no cesa" por Carlos Gil Zamora

El Rayo que no cesa

Celebrar treinta años de existencia para cualquier grupo humano dedicado a la Cultura es un signo de resistencia, pero si además estamos hablando de Artes Escénicas con el añadido de salirse del foco de producción central, elegir una ciudad como Rosario para instalarse y hacerlo de manera colectiva en cuanto a su organización interna y en la búsqueda de un lenguaje escénico propio, de un sistema de entrenamiento que posibilite que ese lenguaje se pueda llevar a término en las claves adecuadas que permita desarrollar una estética que vaya consolidando la propuesta global, significa que además de una voluntad, debemos buscar componentes especiales fuera de la razón mercantil y productivista donde deben caber asuntos como obsesión, persistencia, determinismo, sacrificio que, analizado ahora con cierta distancia, nos predisponen a comprender que a veces, lo que parece imposible, deja de serlo en cuanto se hace.

Estoy hablando de El Rayo Misterioso y todo lo anteriormente expresado se podrá ampliar en multitud de vectores, pero me referiré a lo que conozco de manera más vívida y es que casi nada se entendería sin Experimenta, ese festival que convirtió a Rosario en un foco internacional del Teatro de Grupo, de encuentros de críticos, revistas de teatro, gestores culturales, desmontajes, programaciones realmente sorprendentes y que abrían nuevos horizontes, con clases y talleres que fueron configurando una red de colaboradores, cómplices y socios en varios continentes. Ha sido uno de los encuentros que, a lo largo de mi ya larga vida de corresponsal flotante por festivales por todo el mundo, más sensaciones de ser partícipe de algo que era necesario, único, pertinente he sentido. El tiempo ajusta las apreciaciones y las sensaciones. El mundo en general, pero Argentina en particular está viviendo tiempos convulsos en lo económico y lo político, por lo que la continuidad de estos eventos y estas ideas de una cultura independiente cada vez son más difíciles de sostener, pero aquí estamos dando fe de una continuidad por encima de coyunturas que debe resaltarse como una seña de identidad.

Y se debe cerrar el círculo de un proyecto nada improvisado, todo obedece a unos paradigmas bien estructurados que se fijan en proyectos europeos de después de la segunda guerra mundial, porque, miren ustedes, el Rayo Misterioso es también una Sala de Teatro que, para mayor importancia y singularidad, es propiedad del grupo, donde hay una Escuela de Teatro, una Compañía Titular, diferentes programaciones y ciclos, editan una Revista de Teatro y dan de comer y beber a los públicos que asisten a las representaciones en su sala. Todo esto se ha construido en treinta años. Diría que piedra a piedra, suspiro a suspiro, crisis a crisis, evolución sostenible, mucha vocación, muchas ideas convertidas en realidades incuestionables, mucha lucidez y visión de futuro. Intuyo que es una primera etapa que tendrá una continuidad incesante.

 

Carlos Gil Zamora
Crítico teatral y Director de la Revista “Artez”
Madrid (España), Julio 2024.